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Ella es Todo lo que Está Bien

Apareció en mi vida así de la nada, sin pensarlo, sin buscarlo; apareció así, en plena pandemia, y de ahí fue todo distinto, no fácil, pero distinto.

No dudó un sólo instante cuando Dios le habló y le preparó el camino para irse lejos de casa a estudiar. Lo que no había de repente apareció, las puertas cerradas se abrieron, todo se alineó, todo lo alineó y un día, así de repentino se fué.

Dios me la lleva lejos de casa, cada tanto se va, y cada tanto regresa a casa. Cada tanto se va cargando, no sólo el dolor de dejar atrás lo que ama, sino, cargando dolor real en el cuerpo que le generan los ataques a la obediencia.

Su cabeza cada tanto explota de dolor, son ellos que le presionan la cabeza; sus articulaciones duelen, son ellos que se las retuercen; su vista se seca, su boca se resquebraja, el cansancio la deja tirada por el piso, todo duele, todo cuesta, pero no deja de cumplir con lo que Dios le mandó a hacer.

Los médicos le dijeron que esta vez no vuelva, que se cuide, que iba a ser grave si se enfermaba allá teniendo las defensas tan bajas; pero no hay nada que en Dios no se pueda, y en un fin de semana triplicó los glóbulos blancos que tenía por el piso.

Y de nuevo se fue de casa.

Es obediente, y esa obediencia duele.

Dios tiene un propósito en su vida, un propósito grande en Dios; y sobre mi, bueno dijo Dios: «y serán una sola carne».

Rosario, 18 de septiembre de 2024.-

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